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Fuerzas g




Sobre cada persona en la Tierra actúa la fuerza de gravedad, equivalente a 1 g, pero en los pilotos, ésta puede llegar a entre 8 y 10g, es decir, el peso corporal se incrementa de 8 a 10 veces. El impacto de esta fuerza sobre nuestro cuerpo depende de su dirección.
Si actúa desde la cabeza hacia los pies, a largo plazo todos los órganos internos se desplazan hacia abajo. Si sucede a la inversa, de los pies a la cabeza, los órganos abdominales presionan contra el diafragma, ejerciendo también presión sobre el corazón y los pulmones.
La fuerza g, dirigida del pecho hacia la espalda o de izquierda a derecha y viceversa, tiene mucho menos impacto sobre el cuerpo. Por lo tanto, los asientos de los astronautas se colocan de modo que la fuerza g actúe en estas direcciones.





Salto de presión





Un fuerte salto de la presión baja hacia la normal conduce al síndrome de descompresión. Puede ocurrirle a los que practican buceo, durante un rápido ascenso a la superficie, después de una inmersión.

El mecanismo de acción de este proceso es bastante simple: los gases diluidos en la sangre, en estado normal, forman burbujas que provocan trombos y destruyen las paredes vasculares. La oclusión vascular puede conducir al bloqueo de la circulación sanguínea y a la muerte.
En los casos graves, se daña la sustancia blanca de la médula espinal, lo que puede conducir a sufrir una parálisis.




Intoxicación por monóxido de carbono





La intoxicación por monóxido de carbono es la principal causa de las muertes en incendios. Con concentraciones muy altas de este gas que, por cierto, es incoloro e inodoro, la muerte puede ocurrir en tan sólo 1 minuto.

El monóxido de carbono (CO) penetra rápidamente en la sangre. Bajo su influencia, una parte de hemoglobina se transforma en carboxihemoglobina: un compuesto que no permite a los eritrocitos transmitir oxígeno a las células y tejidos del cuerpo.
Las células nerviosas, más que el resto, dependen del oxígeno, por lo que el CO afecta en primer lugar al sistema nervioso, causando dolores de cabeza, náuseas y pérdida de coordinación





Hipotermia




Con la exposición prolongada al frío, el cuerpo trata de reducir la pérdida de calor, por lo que los vasos sanguíneos en la superficie del cuerpo empiezan a contraerse. Este mecanismo de supervivencia permite mantener una mayor cantidad de sangre caliente, necesaria para el funcionamiento de los órganos internos.

Esta exposición causa cambios en las células de los tejidos, debido también a un suministro insuficiente de sangre: en casos particularmente graves, éstas pueden simplemente fallecer.
Contrariamente a la creencia popular, no se debe beber alcohol cuando se siente frío, ya que contribuye a la expansión de los vasos sanguíneos y, por lo tanto, a la pérdida de calor en el cuerpo.




Insolación




Con la exposición prolongada a la luz solar se produce un sobrecalentamiento, no sólo de la piel, sino también de la superficie del cerebro, debido a la exposición a la radiación infrarroja. Esto conduce a la vasodilatación y más adelante a un edema cerebral, acumulándose líquido en los espacios intra o extracelulares.

Por otro lado, al faltar oxígeno, las neuronas comienzan a morir, por lo que se estropean todos los sistemas de funcionamiento del cuerpo.

Sin embargo, sufrir un daño similar en un solarium resulta del todo imposible porque el bronceado se logra por la exposición a los rayos UV, incapaces de causar un aumento de la temperatura corporal.





Permanencia a una gran altitud





El mal de altura se desarrolla cuando falta oxígeno en el aire y, como consecuencia, en la sangre. Estando a una gran altitud, los alpinistas sufren de una de sus variantes: el mal de montaña, cuando la hipoxia se agrava por la fatiga, la hipotermia y otros factores.

La alteración en el proceso de digestión puede conducir a una reducción drástica del peso corporal, hasta 13 a 22 kilos en tan sólo 6 a 7 semanas. A una altitud superior a cuatro mil metros sobre el nivel del mar es muy alta la probabilidad de sufrir un edema pulmonar o cerebral, que pueden causar la muerte.

Uno de los síntomas del mal de altura que con más frecuencia se observa es la alteración de la conciencia. Por ejemplo, los escaladores pueden resistir a los intentos de ser rescatados, querer continuar con la escalada o negarse a bajar, mostrando su intención de querer quedarse en las montañas para siempre.




Hambre




El nivel de glucosa en sangre comienza a disminuir pocas horas después de la ingestión de alimentos. Para alcanzar los niveles necesarios, el cuerpo comienza a sacar la glucosa de sus "reservas estratégicas" que se almacenan en forma de glucógeno en el hígado y en los músculos.

Por lo tanto, con el hambre, en primer lugar, se ven afectados los músculos, mientras que la reducción del tejido adiposo comienza sólo cuando el cuerpo se queda sin reservas de glucosa. Después de esto, el cuerpo empieza con las proteínas el mismo proceso, lo que provoca la destrucción de huesos y dientes y, posteriormente, el sistema inmunológico se debilita.

El déficit de proteínas lleva a sufrir la enfermedad denominada kwashiorkor. El sujeto comienza a hincharse, más adelante aparecen los signos de marasmo y se produce una distrofia del miocardio.




Ingravidez




Ante una larga exposición a la ingravidez, los músculos comienzan a atrofiarse. Para evitarlo, la Estación Espacial Internacional cuenta con máquinas especiales para mantener la masa muscular, aún cuando la estancia en órbita sea prolongada.

Además, la reducción de masa muscular conlleva que la persona reciba menos oxígeno y el nivel de hemoglobina en sangre acabe sobresaturado, lo que en última instancia conduce a la disminución de la actividad de la médula ósea.

Con una exposición prolongada de este tipo, comienza la lixiviación del calcio de los huesos: alrededor de un 1 por ciento por mes, por lo que los huesos de los astronautas se vuelven frágiles.