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Se nos ha convocado a reflexionar, a analizar lo que ha sucedido en los dos años transcurridos desde que en esta misma Universidad de la Tierra, Chiapas, se realizara el Primer Coloquio Internacional In memoriam Andrés Aubry. …Planeta Tierra: movimientos antisistémicos…

En varias de las intervenciones hechas en ese Primer Coloquio se apuntaban las características actuales del sistema-mundo, del capitalismo en su etapa neoliberal, y de los movimientos sociales antisistémicos, dando prioridad al enfoque económico del capitalismo con lo cual se han dejado de lado los aspectos políticos que acompañan a este sistema para preservarse. Quisiera hoy destacar algunos de esos aspectos políticos, tomando como referencia una zona del territorio zapatista de la que se ocupa una parte del texto con el que participó el Subcomandante Insurgente Marcos , esto es, del Caracol La Garrucha, para hacer en voz alta mis reflexiones en torno a la autonomía zapatista como experiencia viva, actuante, en construcción y en movimiento contra el sistema capitalista y su dominación política.

Encuentro en este Seminario Internacional una ocasión propicia para, a la luz de los textos publicados en el libro dedicado a la memoria de Andrés Aubry, y considerando lo acontecido en los últimos meses, plantear unas preguntas que me han inquietado desde hace tiempo y pienso, sin temor a equivocarme, que muchos de los aquí presentes también se las han hecho y tienen sus propias repuestas: ¿por qué desde la izquierda institucional, no sólo partidaria, se combate con acciones y omisiones a los zapatistas? ¿Qué significa, qué representa el proyecto zapatista en el espectro político nacional e internacional que tanto les molesta? Para contestar estas preguntas hay que dejar hablar, permitirnos escuchar, y darnos la oportunidad de ver lo que están construyendo las bases de apoyo, las autoridades de las comunidades, de los municipios autónomos y de las Juntas de Buen Gobierno, día a día, todos los días, con particular empeño desde que en el año 2001 se les negara el reconocimiento formal de sus derechos como pueblos indígenas.

En territorio zapatista encontramos hecho realidad el pensamiento que el filósofo Enrique Dussel expresara en el libro que nos reúne, en relación a la comunidad en tanto sujeto de la política. En efecto, como se podrá apreciar a lo largo de este trabajo, en el gobierno autónomo zapatista “la comunidad es el actor colectivo que ejerce el poder político.”

La idea de gobierno autónomo que se tiene en los pueblos zapatistas supone una vida comunitaria en la que la democracia no sólo se refiere a elección de autoridades que son gobierno, sino que es un ejercicio permanente vinculado a la práctica cotidiana de los responsables de todos los cargos que la comunidad necesita para organizarse, para producir y reproducirse como pueblos indígenas, como seres humanos.

Complementariamente al ejercicio de la autonomía, estas mismas comunidades conciben la democracia como un derecho del cual se deriva la posibilidad de defender otros derechos y con ellos exigir a las autoridades que trabajen buscando el bienestar colectivo en todos los aspectos de la vida comunitaria, incluido el cuidado de la naturaleza: “…buscar el bienestar en lo social, económico, político, y cultural, y comprometiendo a cuidar el medio ambiente, los recursos naturales, y trabajando juntamente…”

“Para hacer la democracia” en los diferentes niveles de gobierno autónomo, se parte de la asamblea donde se nombran las autoridades; todas las autoridades son elegidas directamente por su respectiva asamblea, desde las y los Agentes en las comunidades hasta las y los integrantes de la Junta de Buen Gobierno.

En los pueblos autónomos la democracia está asociada a los trabajos colectivos en la comunidad. El pueblo elige quién se va a encargar de los trabajos colectivos y una vez electa, esa autoridad es la que organiza qué trabajo hay que hacer en milpas, frijolares, chile, potreros, y en los colectivos de las mujeres que tienen hortalizas, pollos, y otros animales. Se ha cuidado que tanto los hombres como las mujeres tengan sus respectivos representantes de trabajos colectivos, los cuales además, se coordinan con las autoridades del pueblo, esto es, con Agentes y “Agentas”, con Comisariados y “Comisariadas”. Esta inclusión activa de las mujeres en los trabajos y responsabilidades de la vida comunitaria, es uno más de los resultados de las prácticas democráticas con sentido de justicia que se pueden encontrar en los pueblos zapatistas.

En territorio zapatista, la organización política y administrativa del gobierno autónomo está compuesta por tres conjuntos de autoridades que ejercen sus funciones en sus respectivos niveles de gobierno –comunidad, municipio y zona-, sin que esto quiera decir que haya límites o fronteras territoriales absolutos entre uno y otro ámbito. En los gobiernos autónomos no encontramos esa distancia que por su dominio y disfrute de privilegios hace ajenos del resto de la población a los gobernantes; tampoco hay una “división de poderes” entre Ejecutivo, Legislativo y Judicial; ni una distribución de responsabilidades en función de conocimientos parciales, supuestamente separados por especialidades. La comunicación y la colaboración entre las autoridades autónomas para tratar cualquier asunto son prácticas continuas que facilitan la participación de los pueblos enteros, sea ocupando temporalmente cargo por elección en alguna instancia de gobierno, sea participando en las decisiones y acuerdos que se toman en la Asamblea general de la comunidad, que es la base de toda autoridad.



Conforme van llegando se van sentando: los hombres en las bancas de un lado, las mujeres del otro, todas juntas, con los hijos menores en brazos o en la espalda, y los un poquito mayores parados frente a ellas, al principio, porque después de un rato ya se ponen a jugar por donde pueden. Los más grandes, desde los 12 años de edad participan por propio derecho. Así se acostumbra, llegan todos a la Asamblea, porque “la Asamblea es la máxima autoridad de participación, de decisión, de acuerdo.” Los jóvenes de 12 a 15 años pueden participar en la Asamblea, dan su punto de vista, tienen voz pero no voto. “Para impulsar la participación de jóvenes, los de entre 12 y 15 años también participan en sus comunidades, pero no en cargos de gobierno, sino de educación u otro en su comunidad.” A partir de los 16 años, “hombres y mujeres parejo”, tienen voz y voto y también pueden recibir cargo. Quienes están haciendo o cumpliendo su trabajo de castigo, no pierden sus derechos de voz y voto en la Asamblea.

Tanto en las asambleas comunitarias como en las municipales el procedimiento de elección de las autoridades autónomas es un ejercicio colectivo que permite examinarse entre sí, a los propios habitantes de los pueblos. Asimismo es digno de hacer notar que el proceso de elección en la Asamblea de una comunidad autónoma es a la vez un momento de compromisos recíprocos entre autoridades y pueblo. Directa y explícitamente autoridades y pueblo se obligan y ofrecen respeto mutuo.

En el proceso de selección y de elección de las autoridades autónomas en sus diferentes ámbitos y niveles de gobierno, las propuestas y resultados pasan siempre por la Asamblea General del pueblo, lo que significa que las autoridades zapatistas surgen de las comunidades, son bases de apoyo, compañeros civiles que no forman parte de la estructura militar. Esta separación de los gobiernos civiles y el Ejército Zapatista ha sido un desprendimiento paulatino que se ha dado conforme se afianza la construcción de la autonomía en municipios y comunidades, llegando al punto de afirmar sin dejar lugar a dudas que “en la designación o destitución de las autoridades autónomas el EZLN no interviene para nada, y sólo se ha limitado a señalar que, puesto que el EZLN, por sus principios, no lucha por la toma del poder, ninguno de los mandos militares o miembros del Comité Clandestino Revolucionario Indígena puede ocupar cargo de autoridad en la comunidad o en los municipios autónomos. Quienes deciden participar en los gobiernos autónomos deben renunciar definitivamente a su cargo organizativo dentro del EZLN.”

En las comunidades autónomas zapatistas nadie se auto postula para ser autoridad en el gobierno, ni tienen que ser ni haber sido dirigentes o integrantes de una facción interna de algún partido político para ser candidatos. Quienes son propuestos para ser autoridades no son producto del tráfico de influencias y vínculos familiares de los poderosos. No se hacen campañas viajando por todos los poblados ni usando las radios comunitarias para promover candidatos y hacer falsas promesas; tampoco se utilizan los cargos para hacerse fama y propaganda con recursos públicos y así poder ocupar otro puesto en el siguiente presupuesto de gobierno. A nadie se le ocurre hacer de la pobreza una mercancía con valor electoral. El trabajo en los gobiernos autónomos no es sinónimo de oportunidad para el enriquecimiento individual o para dar protección e impunidad personal a malos servidores públicos. La elección de las autoridades en general y de las que de manera especial van a dedicar su tiempo a hacer justicia tanto en las comunidades como en los municipios autónomos y en la zona, está precedida de la observación cotidiana de las personas en su trabajo, en su participación en la vida comunitaria, con cargo o si él.



En consecuencia, los requisitos personales que las futuras autoridades autónomas deben reunir, están muy alejados de la sola experiencia gubernamental y la carrera parlamentaria previa, de la trayectoria en la burocracia del gobierno o en el aparato de una organización política; de la formación profesional especializada, y hasta del certificado de la escuela primaria oficial. Aunque no es costumbre, vicio, ni afición de los zapatistas permanecer indefinidamente en los cargos, o pasar de uno a otro para estar siempre al amparo del gobierno, la historia personal y, en su caso, los antecedentes del trabajo y la conducta mientras se ejerció alguna responsabilidad, sí van a ser tomados en cuenta en el momento en que la comunidad tenga que proponer nombres antes de elegir nuevas autoridades.

Hay que tener presente que las propuestas de nombres que se van a someter a votación, y de ahí nombrar a las autoridades, se hacen frente a la comunidad y que es ante esa misma comunidad reunida en asamblea que las autoridades recién electas se comprometen a obedecer el mandato del pueblo. Por ello es que muchas de las razones que se invocan para apoyar a determinadas personas, se relacionan con el desempeño de sus trabajos y el cumplimiento de las obligaciones comunitarias, para lo cual recurren a muy diversas expresiones: “Dependiendo cómo camina la persona, conforme su trabajo, cómo lo ha visto el pueblo, de eso depende la votación.” Para otros “el requisito no se pide, el requisito es antes, es la confianza de la gente”; o lo importante es: “su conducta como autoridad en el cargo anterior”, “el reconocimiento del pueblo de quiénes están trabajando”, “su participación, los que participan más”, “que sea cumplido en las asambleas”, “que sea de buena conducta (que no sea borracho, que no consuma drogas)”.

La atención también está puesta en ciertas objeciones: “Si esa autoridad empieza a salir a trabajar en Cancún o en Estados Unidos, no son muy aceptados, casi no entran”; o en faltas serias: “si un compa empieza a venderse con el gobierno, ya no puede ser autoridad, en todo caso tendrían que pasar años, antes de que pudiera ser”, y otra objeción igualmente seria: “No puede ser el que no obedece el mandato del pueblo o de las autoridades; tendría que esperar a que se componga para que pueda agarrar cargo.”

La experiencia previa o la prolongada trayectoria en un mismo puesto, son requisitos que los zapatistas invalidan con el sentido común: “Para empezar un trabajo de por sí nadie lo sabe hacer, el pueblo es el que da la orientación de cómo va a trabajar, cómo debe de respetar en el pueblo”, e insisten: “Aunque no saben su cargo, van aprendiendo haciéndolo, así lo necesita el pueblo. El que llegó al cargo sabe que es muy importante hacer su trabajo”, y otros confirman: “A través de la experiencia va aprendiendo el que llega al cargo. Lo que importa es que hace el trabajo.”

Para quienes van a ser propuestos como autoridad autónoma, hay cualidades personales que son más relevantes que los requisitos formales, como “si tienen respeto”, en un doble sentido: si son respetados por su comunidad, y si son respetuosos hacia las autoridades. Aquí es pertinente recordar que quienes desempeñan las tareas de Policías son también electos en Asamblea Comunitaria y se busca que cumplan los mismos requisitos que cualquier otra autoridad autónoma.

Especial atención ha merecido en los últimos años incentivar e incluir a las mujeres en todas las actividades de la vida comunitaria, por lo que es muy frecuente que ese esfuerzo sea reconocido, como se hace al hablar de los derechos políticos y las responsabilidades de gobierno autónomo: “También las compañeras, ya se respeta su voz y su voto, ya tienen derecho de participar como autoridades de diferentes cargo, porque no sólo sirve para cuidar las casas y mantener a sus hijos, así cumpliendo con el mandar obedeciendo con nuestros pueblos.” En otro momento y lugar se repite la idea con estas palabras: “Cuando se nombra una autoridad, no distinguen si es hombre o mujer, aquí en la autonomía no importa, lo que cuenta es que pueda arreglar el problema, así sea [el problema] de otras organizaciones o religiones.”



Los valores y las prioridades parecen estar invertidos en el mundo oficial, y el razonamiento de autoridades y bases de apoyo zapatistas se encarga de demostrarlo ante uno de los requisitos obligatorios que se exigen para prácticamente cualquier trabajo, y más si se trata de una responsabilidad gubernamental. En las comunidades autónomas, para ser propuesto y elegido como autoridad, de cualquier nivel y área de trabajo, “si no sabe escribir o leer, no importa, ahí lo va a aprender”. “No importan estudios, ni papeles” porque “saber leer y escribir se aprende, pero otras características como son si obedece al pueblo, si es responsable, esas no”. Asimismo, desafiando a la globalización neoliberal afirman su cultura: “No importa si tienen estudios o no. No vamos a elegir que sepa hablar español, porque se va a quedar a trabajar dentro de nuestro pueblo, no afuera.”

Aún en el supuesto de que verdaderamente se respetara el resultado de la “voluntad popular”, en la historia de las “democracias occidentales” sobran ejemplos para demostrar que no basta con celebrar periódicamente elecciones de representantes y autoridades para que un gobierno sea democrático. En la forma de gobierno autónomo zapatista, el método de elección directa y abierta en asamblea del pueblo con la participación de toda la comunidad es condición suficiente para identificar plenamente a una democracia, mas es el ejercicio cotidiano de la autoridad el que pone a prueba y comprueba continuamente ese fundamento democrático a través de las diversas características que tienen todos los cargos de elección en los diferentes niveles de gobierno.

En las comunidades y municipios autónomos zapatistas, además de la elección directa y abierta, es característico de los cargos el ser un servicio gratuito que no engendra la codicia, ni despierta la ambición de la reelección; que por ser ejercido colectivamente, no está jerarquizado; cuya duración no se subordina a un periodo preestablecido sino que depende siempre del buen desempeño de la autoridad, por lo que puede ser revocado el mandato en cualquier momento; y que no se da por concluido sin haber rendido cuentas del trabajo realizado, lo cual supone que la autoridad saliente transmite toda la información necesaria para que la autoridad siguiente inicie el aprendizaje de gobernar. Esta forma de gobierno, y el conjunto de sus características, “no es invención o aportación del EZLN. Viene de más lejos y, cuando nació el EZLN, ya tenía un buen rato que esto funcionaba, aunque sólo a nivel de cada comunidad.”

Conforme ha avanzado la construcción de la autonomía, las características de esta forma de gobierno se encuentran en todos los niveles. Desde el primer año de funcionamiento de las Juntas de Buen Gobierno se pudo comprobar la viabilidad del gobierno autónomo como un servicio gratuito de sus autoridades, con lo que además se ha demostrado al mundo entero “que gobernar no tiene por qué ser oneroso” y así lo explican: “Las autoridades autónomas que se turnan para dirigir las Juntas Buen Gobierno se mantienen de sus necesidades personales, durante los días que despachan en los caracoles, con aportaciones de los pueblos o con apoyo del EZLN. El promedio de gasto personal diario (sin contar lo del pasaje de su comunidad al caracol y de regreso) de un miembro de la Junta de La Garrucha, por ejemplo, es de menos de ocho pesos (en otros lados sube un poco más). En el caso de Oventic, es de cero pesos, porque las autoridades llevan sus tostadas, su frijol y su café, si tienen (si no tienen pues té de zacate).” Ejemplo actual de la ayuda para el financiamiento de gastos de una autoridad en el cumplimiento de sus funciones se encuentra en la cooperación del pueblo: “No tenemos una ley de cómo se va a hacer el reparto del producto de los trabajos colectivos, pero como tenemos cooperación, si no tenemos dinero a la mano, hay un fondo colectivo. También el colectivo coopera para los gastos de un autoridad, como viajes a la Junta, o fiesta del poblado.”

La gratuidad del servicio de las autoridades autónomas no sólo se refiere a los ingresos individuales, sino también al producto de su trabajo una vez satisfecha una solicitud de justicia. Cuentan los miembros de la Junta de Buen Gobierno, uno de tantos casos resueltos, para ilustrar la disposición de la gente que llega de fuera a pagar con dinero la administración de la justicia: “caso, robo de nueve caballos, equipo, monturas, sogas, etcétera a un maestro. El Ministerio Público nunca pudo encontrar al delincuente. La Junta de Buen Gobierno hizo su investigación donde se encuentran esos animales. La Junta detectó dónde están, el maestro identificó a los animales. Frente a frente, el que roba el animal y el dueño, se le dijo que no lo vuelva a hacer, que le pida una disculpa al maestro. Luego, este maestro preguntó cuánto le debía a la Junta por resolver el problema de robo, la Junta dijo que no, que esto es otra justicia. Las autoridades autónomas hacen la diferencia con las autoridades del gobierno.”

E n cualquier lugar del territorio autónomo se dice que los cargos son, ante todo, un servicio a los pueblos: “Nosotros, como autoridad, estamos bien claro que no recibimos ningún salario porque no somos iguales como los malos gobierno, solamente dando el servicio con nuestros pueblos zapatista y no zapatista.” Cuando los cargos, como servicio gratuito que son, se realizan en la comunidad, no se afecta individual ni familiarmente a quienes los ocupan, porque éstos no tienen que abandonar ni interrumpir sus labores productivas de todos los días, y en caso necesario “los gastos que ocasionan las actividades del cargo, como trabajamos colectivamente, como son tierras recuperadas, salen de la caja colectiva.” Si el trabajo de la autoridad debe hacerse fuera del pueblo, entonces se les da “apoyo de la comunidad de vez en cuando, sólo si hay acuerdo de la comunidad. Más bien el apoyo es en el trabajo de hacer milpa para sustituir al que sale a hacer trabajo en el municipio, y si es fuera del municipio, en una comisión, se le da un poco para su pasaje.”

Así como se trabaja la tierra colectivamente, así colectivamente se gobierna en los pueblos y municipios autónomos: “El Consejo no es de una persona, todos son tomados en cuenta porque son muchos, es autoridad colectiva.” Entre esos muchos, la denominación de los cargos no significa diferencias de poder, ni establece jerarquías de mando. ¿La diferencia entre Presidente, Secretario y Primer Integrante del Consejo? “No hay diferencia de poder, el trabajo es colectivo” –responden- y en otro lugar, otras autoridades parecen completar la respuesta: “No hay un presidente que toma la decisión, el trabajo es colectivo, no hay jerarquías dentro de la autoridad colectiva.”

La ausencia de remuneración económica aunada al trabajo colectivo, esto es, que la información y las decisiones de gobierno no sean exclusivas de una persona, en combinación con otras características propias de los cargos en los gobiernos autónomos, como la rotación continua de autoridades, la costumbre de la no reelección, y el conocimiento adquirido por cada vez más personas mediante la experiencia de gobernar, constituyen barreras a los excesos y las perversiones del poder, al mismo tiempo que dificultan la gestación de condiciones propicias para la corrupción.

La rotación de los miembros de la Junta de Buen Gobierno en la Zona Selva Tzeltal la explican ellos mismos de la siguiente manera: “La Junta de Buen Gobierno la integran 24 elementos -6 por cada municipio-, y se turnan 8 elementos cada diez días, de estos 8 son 2 por municipio. Sólo hay tres turnos. Los 8 por turno son siempre los mismos.” En términos generales y desde el principio, se trata de que los miembros de las Juntas de Buen Gobierno cambien continuamente, en turnos que van de ocho a quince días, según la Zona, y que conforme van terminando su turno regresen a sus trabajos en el Consejo Autónomo. Así estaba concebido desde el primer año de funcionamiento, por las razones entonces expuestas: “El plan es que el trabajo de la JBG sea rotatorio entre los miembros de todos los consejos autónomos de cada zona. Se trata de que la tarea de gobierno no sea exclusiva de un grupo, que no haya gobernantes ‘profesionales’, que el aprendizaje sea para los más posibles, y que se deseche la idea de que el gobierno sólo puede ser desempeñado por ‘gente especial’. En efecto, casi siempre que todos los miembros de un Consejo Autónomo ya aprendieron lo que es el sentido del buen gobierno, hay nuevas elecciones en las comunidades y cambian a todas las autoridades. Los que ya habían aprendido se regresan a la milpa y unos nuevos entran... y a recomenzar. Si se analiza detenidamente, se verá que se trata de todo un proceso donde pueblos enteros están aprendiendo a gobernar.”

Este aprendizaje que incorpora potencialmente a toda la comunidad es componente fundamental de una nueva forma de hacer política, puesto que, “mientras más sepan de qué se trata todo, más difícil serán el engaño y la mentira. Y mayor será la vigilancia que los gobernados ejerzan sobre el gobernante” lo que significará también mayores obstáculos para cualquier autoridad que pretenda no informar a las comunidades acerca de las decisiones en general, y en especial del destino de los recursos naturales y monetarios.



En consecuencia, la continua rotación en los cargos hace prácticamente estéril la corrupción al neutralizarla de la siguiente manera, explicada por el Subcomandante Marcos: “Si usted logra corromper a un miembro de la JBG, tendrá que corromper a todas las autoridades autónomas, o sea a todos los turnos, porque hacer ‘trato’ con sólo una no garantiza nada (la corrupción también necesita ‘continuidad’). Cuando usted acabe de corromper a todos los Consejos, tendrá que volver a empezar, porque para entonces ya habrá cambio de autoridades y lo que ‘arregló’ con uno ya no funciona. Así que prácticamente tendrá que corromper a todos los habitantes adultos de las comunidades zapatistas. Aunque, claro, es probable que cuando lo consiga, los niños ya habrán crecido y entonces de nuevo...”

Las escasas probabilidades de corromper a las autoridades zapatistas y la ya mencionada ausencia de salario y prestaciones económicas de quienes ejercen los cargos, dan fluidez a la rotación facilitando el retorno a las bases de apoyo y la reanudación de sus actividades productivas en la comunidad, luego de haber desempeñado satisfactoriamente sus funciones en el gobierno autónomo. Estas circunstancias explican por qué la reelección no es atractiva y sí, en cambio, es de gran importancia hacer bien su trabajo cumpliendo el compromiso aceptado ante el pueblo reunido en la asamblea que los eligió.

A diferencia de quienes en el sistema político mexicano aspiran a los cargos públicos oficiales porque los ven como una oportunidad de enriquecimiento personal, rápido, fácil, y con cobertura legal, o como una garantía de ascenso social que con sólo pasar de un puesto a otro les asegure poder irse y nunca más volver al pueblo, al ejido, al barrio, al lugar de donde salieron; o como un medio de acumulación de poder político que pretenden ejercer más allá del periodo que duren en el cargo, en las comunidades zapatistas se sabe que ser autoridad autónoma es un servicio no lucrativo al que no se llega por decisión personal sino por acuerdo de Asamblea, y que una vez cumplida su labor “va a regresar como compañero, pero ya no es autoridad, ya no va a ocupar otro cargo. Según la necesidad que hay en la comunidad, si le dan a algún ex autoridad municipal otra vez cargo, pero ahora en la comunidad. La asamblea puede acordar que ocupe otro cargo, no en el mismo cargo, sea en la comunidad, sea en el municipio.”

Tanto la elección como la eventual reelección de una autoridad autónoma dependen de la Asamblea, “el pueblo manda, y la gente individualmente no se auto propone para seguir ocupando cargos. Cuando una autoridad termina su cargo municipal, según la Asamblea municipal si se puede seguir con otro cargo distinto, nunca con el mismo. También puede ir de un cargo de autoridad municipal a un cargo en la JBG” y quienes están de Agente o Comisariado en las comunidades, “si son elegidos para ser Consejo Municipal, se van.” Las autoridades de la Junta se regresan de bases de apoyo, igual que las del municipio “después de tres años se van como bases de apoyo zapatista, hasta que el pueblo lo vuelva a elegir, pero eso se da poco. Tal vez pueda repetir, pero eso nunca se ha dado hasta ahora.”

En consecuencia, la posibilidad de la reelección existe en tanto no hay interdicción alguna, pero dado el conjunto de características que diferencian a los cargos de gobierno autónomo zapatista, no es una práctica conocida, como reiteradamente se explica: “Si el pueblo lo nombra, sí puede ocupar otro cargo. No está prohibido que pudiera ocuparse por un segundo periodo el mismo cargo de Agente o Comisariado, depende del acuerdo del pueblo, pero no se acostumbra.”

Quizá el desinterés por la reelección esté relacionado también con la naturalidad con que se acepta el no tener cargo, lo que permite que el final de un periodo no se viva como una pérdida, y que regresar como bases de apoyo a su comunidad no sea un sacrificio, porque el ser autoridad del buen gobierno “cuesta mucho trabajo, por la ‘chinga’, ya se regresan después de tres años.” En todo caso, el saber que después de unos años se va a volver a la base, se va a regresar al lugar de origen, a convivir en igualdad de circunstancias con la gente de su pueblo, hace que la autoridad zapatista trabaje intensamente esos tres años, sin desarraigarse ni dejar de mirar los problemas como los ven en su comunidad, pues es autoridad al mismo tiempo que sigue siendo pueblo.

“Duran en el cargo dos o tres años, si cumplen bien su trabajo.” En los diferentes niveles de gobierno autónomo zapatista la duración del mandato está siempre acompañada de la posibilidad de revocación del mismo. Contrariamente a lo que ocurre en los gobiernos basados en la democracia representativa y sus sistemas electorales, en los municipios autónomos los zapatistas no tendrían por qué soportar a gobernantes corruptos, incapaces, o dementes, hasta que termine el periodo establecido en la ley.

En el origen de la autoridad y los objetivos de la autonomía se encuentra la explicación de este vínculo que subordina la duración de un mandato al cumplimiento del trabajo. Dicho claramente con sus palabras: “Porque las autoridades no se pueden auto mandar solos, sin respetar el acuerdo de los pueblos en resistencia, si hay algunas autoridades no respetan la ley zapatista, primero se llamará la atención, según la gravedad de su problema. Si nosotros como autoridad cometemos problemas graves, se convocará una asamblea municipal para analizar y discutir con los pueblos porque ellos tienen derecho de cambiar inmediatamente si ya están desviando conforme el acuerdo de hacer la autonomía. Así se cumple el mandar obedeciendo con nuestros pueblos. Nosotros simplemente somos representante de ellos; no suplantarlo ni imponer ideas, sólo tenemos derecho de presentar nuestra propuesta de cualquier trabajo dentro de nuestro municipio. Por eso decimos que somos representante de hacer trabajo y eso vemos que nuestro trabajo es construir juntamente con las autoridades del pueblo y con los bases de apoyo de Ejército Zapatista de Liberación Nacional.”

Cuando se habla del tiempo que dura cada autoridad en el ejercicio de su cargo hay que tener presentes las condiciones que median entre la duración formal y la real, y los cambios entre un lugar y otro, porque todo es según el acuerdo del pueblo: “Si hay algún error, en cualquier momento se puede cambiar, si no hay error, dura un año o dos o tres años, según el acuerdo que es diferente en cada pueblo.” En algunas comunidades la o el Agente con todo su equipo –Suplente, Secretario, Tesorero, Comandante y Policías comunitarios- son elegidos para un periodo de un año, mientras que el equipo encabezado por la o el Comisariado –Consejo de Vigilancia, Secretario, Tesorero- es elegido por dos años. En otro poblado del mismo municipio autónomo el equipo del Agente se elige por dos años, en tanto que los integrantes del equipo del Comisariado son elegidos por tres años. En relación con las autoridades comunitarias “Agente, Comisariado, varía la duración según los acuerdos de cada comunidad”, pero tratándose de “autoridades de municipios y Junta de Buen Gobierno, la duración del cargo es de tres años siempre… pero dependiendo la decisión y si no cae en algún problema”; “Dependiendo el cumplimiento del trabajo” –ratifican en otro municipio.

La estrecha relación entre autoridades y pueblo, la constante vigilancia de éste sobre los actos de sus representantes, y el derecho de los pueblos a sustituir de inmediato a quien no cumple como debe su trabajo de autoridad, son determinantes en la marcha del gobierno autónomo. No hay que esperar a que se hagan públicos escandalosos delitos para revocar el mandato de una autoridad; los motivos de los zapatistas suelen ser más simples y elementales, derivados de su compromiso con la Asamblea del pueblo desde el día de su elección: “Si una autoridad no respeta el voz del pueblo, las autoridades locales lo llevan a los pueblos, y entonces los pueblos van a decir que hay que nombrar otro.” También pueden argumentarse dificultades personales que son atendidas oportunamente, como en el supuesto siguiente: “El cargo lo hacen tres años, si lo hacen bien, si no, si va mal el trabajo, el pueblo lo saca. Algunos compañeros ya en el cargo como que no aguantan, entonces por medio de Asamblea se presenta y expone sus problemas de por qué no puede, y la Asamblea lo escucha y busca otra , no porque lo haga mal sino porque no puede hacerlo”, y precisan, puede deberse a “causas físicas o emocionales”.

El procedimiento que se sigue para revocar el mandato o simplemente sustituir a alguna autoridad, también es sencillo y “depende de la gravedad del problema de la persona. Si es un problemita de discusión, primero se le hace una llamada de atención para saber cuál es el problema, qué pasó con su trabajo, por qué no va, y si de por sí ya no quiere, entonces se llama a la Asamblea. No hay sanción, pero no puede quedar abandonado un trabajo. Se convoca a la Asamblea para explicar, y ahí nombran el sustituto. A veces se dice que se le acabó la conciencia, pero no tiene delito.”

En el supuesto de que “alguien de la comunidad va con su autoridad a quejarse, se analiza en el pueblo, en la comunidad. Si es sólo una comunidad, no procede si todas las demás comunidades no están de acuerdo en sacar a una autoridad.” De lo anterior se desprende que no basta con que unas cuantas personas o una sola comunidad se quejen del trabajo de una autoridad municipal para que ésta sea sustituida; se requiere que estén de acuerdo, que coincidan en su crítica o queja las demás comunidades que integran el municipio autónomo.

La sustitución de alguna autoridad no significa inhabilitarla definitivamente para ocupar cualquier otra responsabilidad; sin dejarla en el cargo que no está cumpliendo bien, se le puede dar otra oportunidad: “Si no cumple la autoridad con su cargo, el resto de las autoridades municipales le llaman la atención, dos, tres veces se le dice, entonces se pone a consulta con los pueblos, ya para sustituir por otro. El Consejo Municipal convoca a Asamblea de todos los pueblos, se presenta la situación de esta o este compañero y se propone a un sustituto. Puede que la comunidad le dé otro cargo de autoridad en [la propia] comunidad, ya no en el nivel municipal porque ya mostró que no cumple el trabajo.”

No obstante estar previsto el procedimiento que se sigue y las causas que ameritarían la revocación de un mandato o la sustitución de una autoridad por otra, autoridades de diversas comunidades afirman que “no ha ocurrido en sus pueblos un caso de suspensión de autoridad en funciones por faltas o incumplimiento en su trabajo. Tampoco llamada de atención, porque como se dijo antes, se nombra al que tiene buen comportamiento, al que hace lo que dice el pueblo.”

Lejos de la simulación oficial y sus anuales informes de gobierno ante los propios poderes de la federación o del estado, que sirven más para encubrir decisiones, ocultar los verdaderos datos, y justificar las cuentas públicas, el sentido del informe que dan a los pueblos las autoridades autónomas zapatistas es el de preparar, facilitar y proveer a las autoridades entrantes, del material necesario para dar continuidad al trabajo. La frecuente rotación de las autoridades autónomas hace necesario ese tipo de informes.

Los cambios de turno de las autoridades de la Junta de Buen Gobierno y los lentos plazos casi interminables de los procesos de toda índole en el sistema oficial, impulsan inevitablemente a preguntar si diez días es tiempo suficiente para resolver problemas como los que atienden las autoridades autónomas de una zona, y si no, ¿qué hacen cuando ya empezaron a tratar un asunto?, a lo que tranquilamente responden: “Los problemas que no se pueden solucionar, con los informes se pasan a los nuevo turno, ahí se informa qué problemas quedaron pendientes para que los resuelva el siguiente turno.”

Igualmente se procede en los otros niveles de gobierno autónomo. “Las autoridades salientes dan toda la información; deber de autoridad informar al pueblo, porque éste dio el cargo en asamblea. En el informe se dice qué trabajo hizo, qué no hizo, para que el pueblo esté enterado porque es su autoridad.” En otras comunidades, uno o dos meses antes del fin del periodo –de uno o tres años, según el cargo-, se elige el relevo y mientras llega la fecha del cambio de autoridad, se informa de todo a la autoridad recién electa, pero no sólo a ella, también a todo el pueblo: “Se hace una reunión, se nombra quién va a quedar. Le entrega informe general de su periodo, lo pendiente, lo solucionado. Se informa al pueblo y pide disculpas al pueblo por lo que no haya hecho bien.” No en todos lados es igual, y dan sus razones otras autoridades comunitarias: “Las autoridades salientes dan su informe, qué trabajo hizo durante su periodo. No hay dos o tres meses que la autoridad saliente enseña a los entrantes, porque ya lo sabemos qué va a hacer esa autoridad. Por lo tanto nada más lo que se tarda en informar lo que se hizo y lo que no, lo cual puede ser una hora, e inmediatamente después de la Asamblea empezar a trabajar las nuevas autoridades.”

Una modalidad única de transmitir información entre autoridades comunitarias autónomas sucesoras y de cara al pueblo, es la capacitación directa que se imparte a la nueva autoridad, la que muy probablemente llega por primera vez a empezar a aprender a gobernar. Una vez electas las nuevas autoridades, las salientes les enseñan durante dos o tres meses a las entrantes. Esto constituye un informe. Este informe se da, y se explica a la Asamblea, se dice qué documentos están entregando en las manos de los entrantes. Si hay un trabajo que queda pendiente se le informa bien para que la nueva autoridad continúe atendiendo o para solucionar. A veces las autoridades no saben leer ni escribir por lo que además de los informes que pueden ser escritos, les explican verbalmente qué hicieron y qué les están transmitiendo. Todo esto se hace, frente al pueblo reunido en Asamblea general de la comunidad.

Reflexión final

Cuánta razón tenía Naomi Klein al destacar dos “rasgos comunes de los pueblos a prueba de shock”: una profunda memoria histórica, y una profunda desconfianza frente al Estado y sus instituciones. Sin duda los zapatistas forman parte de ese conjunto de pueblos que resisten al capitalismo del desastre y le oponen a éste una alternativa. En esta lógica, la autonomía zapatista con sus raíces culturales y prácticas históricas, y en tanto proyecto anticapitalista en marcha actuando en la realidad mexicana, significa un esfuerzo con los mejores atributos de una izquierda revolucionaria propiamente dicha. Y es precisamente con esas características distintivas del funcionamiento del gobierno autónomo zapatista en sus diferentes niveles, con las que damos respuesta a nuestras preguntas iniciales.

Como los partidos políticos son parte de las instituciones del Estado mexicano, se benefician y viven de esas instituciones, son correas de transmisión del capitalismo, del neoliberalismo, por eso atacan y tratan de destruir todo aquello que les impide dominar, apropiarse, enriquecerse, eternizarse en el usufructo del poder, por eso no han cesado de agredir a las comunidades y municipios autónomos, y de manera especial a los zapatistas porque su práctica política, su democracia comunitaria, evidencian a aquéllos en sus verdaderos fines, los cuestiona en sus mentiras, los exhiben en sus contradicciones, los desnuda en sus mezquindades y, de paso, les echa a perder el negocio del monopolio institucional de la representación política de la izquierda.

El proyecto, la lucha, la cultura, la vida, el trabajo, la historia, y la organización de los zapatista, son insumos económica y políticamente contrarios al sistema, y por eso los hostigan, los atacan quienes al mismo tiempo que se autodefinen “la izquierda”, defienden los poderes dominantes, los privilegios del capital y las condiciones para su incesante reproducción. Pero a juzgar por las notas que se han publicado en la prensa los últimos meses, en el caso de Chiapas y específicamente en relación con los problemas creados a los zapatistas, no se trata sólo de una ofensiva del gobierno estatal perredista, ni únicamente de los diputados y el ejecutivo federal panistas, ni tampoco sólo de las autoridades locales y los paramilitares priístas; todos los tres –y algunos más- actúan de concierto, las fronteras entre un partido y otro desaparecen para fundirse en el sistema político mexicano y así dar paso a una identidad que los hace en conjunto representar y defender los intereses del poder político y económico del cual son producto y beneficiarios.

Entretanto -decía John Berger en este mismo espacio hace dos años- “Entretanto, probablemente los zapatistas están en riesgo. Cualquier ataque sobre ellos vendrá de aquéllos que en su miopía creen que pueden erradicar su ejemplo.”


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