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El rito “Dark Emo”: qué significan los cortes que se hacen los chicos


En Neuquén detectaron varios casos. Especialistas explican por qué se cortan los brazos para entrar a esta tribu urbana.





El cutting (de cuter, cuchillo) es un mal de estos tiempos. Una práctica peligrosa que preocupa: chicos adolescentes se hacen tajos en los brazos para entrar a la tribu urbana "Dark Emo". El caso de los chicos de Neuquén disparó una vez más la alerta sobre esta problemática. Los especialistas aseguran que se trata de jóvenes aislados que se sienten extraños y extranjeros en la familia, la escuela, las instituciones. Y a la vez, en esos lugares no pueden escuchar, ni asimilar lo que estos jóvenes intentan expresar.

En ese marco, los cortes son "llamados de atención: marcas que hay que mostrar, que otros tienen que ver. Las tecnologías permiten hoy que en Internet cada vez hay más imágenes y videos de estas cruentas prácticas", apunta José Sahovaler, médico y coordinador del departamento de niños y adolescentes de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA). "El sufrimiento se escribe en el cuerpo y genera que se deje de sentir el dolor. Esto revela la melancolización de los jóvenes y, al mismo tiempo, los intentos de salir de ese estado melancólico", describe Mirta Goldstein, psicoanalista, miembro didacta de APA.

El caso de Zapala, en Neuquén, salió a la luz luego de que el miércoles una chica de 12 años sufriera una profunda herida en su antebrazo. Los familiares la llevaron al hospital, doncde recibió varios puntos de sutura. Los padres contaron que un compañero la ayudó a hacerse ese "corte obligatorio", rito de iniciación en la tribu "Dark Emo" con una hoja de afeitar que encontró en la calle.

Para Harry Campos Cervera, médico psiquiatra UBA y psicoanalista de APA) "en un recurso desesperado el chico intenta limitar el dolor o acotarlo con una marca material: un corte en la piel que puesto en acto una y otra vez transforma un inefable o innominado dolor en herida".

Estos casos se ven en chicos de entre 11 y 17 años, en una etapa de búsquedas, de saber quiénes son, hacía dónde van, qué quieren ser. La mayoría tiene síntomas depresivos y una incapacidad para manejar las emociones no deseadas. "En el sin sentido que para ellos tiene la vida, se sienten perdidos, abandonados, sin contención", dice Sahovaler. Y subraya que "hay múltiples tratamientos para revertir estos casos. Básicamente hay que hacerse dos preguntas: una individual, qué le pasa a este chico que se inclina por este grupo de pertenencia. Y otra social, qué le pasa a esta sociedad, que a los adolescentes les muestra ofertas de autoagresiones, drogas, aislamiento".