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"Pa, el tío Mauricio va a estar en Lugano", publicaron las crónicas del día siguiente al lanzamiento de la campaña del Pro, sobre las palabras que había reproducido el papá de Melina, que por entonces tenía 8 años. La niña ilusionada se prestó para subir al escenario rodeado de pobreza, en una de las escenas televisivas más criticadas.

Melina estaba ilusionada allá por febrero de 2007, porque Mauricio Macri había estado en el comedor que gestionaban sus padres unos meses antes. Por eso cuando escuchó en la radio que el entonces candidato a Jefe de Gobierno porteño estaría en Villa Lugano, le pidió a su padre estar en aquel acto. Al llegar, según relató La Nación el día después, Melina le soltó la mano a su papá y fue corriendo a abrazar al empresario para no despegarse hasta quedar retratada junto aél, en una imagen inolvidable.




10 años pasaron, y a pesar de un pequeño gesto, la promesa de un buen pasar jamás le llegó a la dulce niña, hoy convertida en una adolescente que no pudo terminar el colegio primario y que continúa viviendo entre la pobreza y las mismas necesidades que una década atrás.

Lo que si sigue en pie es el comedor para chicos del barrio -Ramón Carrillo, Villa Soldati- que creó la familia de Melina, más precisamente sus padres Edgardo y Asunción. La familia continúa en una vivienda que en 1990 el Estado les dio a los habitantes del Albergue Warnes, que fue demolido, junto a sus tres hermanos y sobrinos.

“Macri le dijo a Horacio Rodríguez Larreta que se encargara de la familia y de darle un departamento, nos hizo una promesa y las promesas son deudas”, le contó Asunción Carballo, la mamá de Melina, a Perfil.

La realidad que atraviesan es difícil. La familia se sostiene con 1.800 pesos que la Ciudad le paga a Asunción cada seis meses por tener el comedor, es decir, unos 300 pesos por mes. El papá de Melina, Edgardo quien la llevó al acto de Macri en 2007, falleció hace dos años, dejando nulo un contrato en el Ministerio de Desarrollo Social porteño, que le permitía dar de comer a su familia.

“Mirá los zapatos, le quedaban grandes”, dice Asunción en la entrevista con Perfil al ver la foto del Presidente con su hija. “Melina vive con lo que le puedo dar, llegó a usar ropa usada. Me iba a la feria y le compraba ropa usada, la pasamos mal”, relata.

Mientras el Gobierno sostiene su idea de la "Secundaria del Futuro" -esa con la que planea darle "talentos para elegir a las empresas"- Melina no pudo terminar si quiera la primaria. Repitió de grado tres veces, y en la escuela del barrio le explicaron a la madre que por la edad debía comenzar en el turno de la noche, pero Asunción describió cuál era la dificultad: “La fajaron unas chicas del barrio, entonces decidí no mandarla más”, recordó la madre al tiempo que celebró que este año Melina volviera a la escuela para cursar quinto grado.

En 2013, “el tío Macri" tuvo un poco de piedad y respondió a un pedido de la familia de Melina. Una de sus tías le pidió a través de una carta una ayuda para la celebración de los 15 de la joven. A través de un puntero político, el entonces Jefe de Gobierno pagó los gastos de la fiesta. Con aquel gesto le alcanzó al ahora Presidente para que Melina pusiera su boleta en el sobre de las presidenciales 2015. La triste crónica del engaño macrista.