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"Por muchos años pensé que los chimpancés eran, en su mayor parte, más agradables que los seres humanos. Más tarde descubrimos que los chimpancés pueden ser brutales... Que ellos, como nosotros, guardaban un lado oscuro en su naturaleza" –Jane Goodall (1990)



Era la tarde del 7 de enero de 1974, entre las junglas de lo que hoy es el Parque Nacional de Gombe Stream, en Tanzania, un rico ecosistema al noroeste del país lindante a las orillas del Lago Tanganica. Allí, Godi, un chimpancé macho, se disponía a darse un atracón de fruta que había encontrado en un árbol. No sabía que lo estaban siguiendo.

De entre la maleza surgió un grupo de varios machos que se fueron tras él. Algunos de sus nombres eran Humphrey, el macho alfa de aquel grupo, Figan, Jomeo y Rodolf, el mayor de todos ellos. Tras una primera escapatoria, se hicieron con Godi y comenzaron a apalearlo. Humphrey se sentó encima de él reduciéndolo, mientras el resto de machos lo aporreaban en la espalda. La paliza duró varios minutos hasta que Godi dejó de gritar, entonces todos dejaron paso a Rodolf, como dejando el golpe final al más sabio, y este dejó caer todo su peso junto con una gran piedra en su cabeza. Godi acabó muerto irremediablemente por las heridas.

Aquel incidente lo visionaron 3 individuos, Gigi y Evered, una hembra y un macho adolescente que jaleaban a los apaleadores, y un único humano, Hilali Matama, un colaborador de Jane Goodall, la archiconocida primatóloga que 14 años antes había llegado a aquellos parajes y había puesto nombre a aquellos simios que ahora se estaban matando entre ellos.

La muerte (o asesinato) de Godi dio origen a la primera guerra documentada entre animales no-humanos. Duró hasta hace hoy 40 años, en 1978, cuando uno de los grupos consiguió por fin dar muerte a cada uno de los machos de la facción contraria.


El origen de una "guerra civil" entre simios




Aquel pasaje fue relatado por Goodall en su libro A través de la ventana (1990), donde dedica un capítulo exclusivo a la que describe como la peor época de su estancia en Gombe, lugar al que había llegado siendo una joven de 26 años aún sin formación específica sobre simios pero siendo ya una amante de los chimpancés.

Allí Goodall sentó las bases de la etología moderna. Observó algo aceptado a día hoy por todos y es que los chimpancés tienen sentimientos y conductas afectivas entre sus compañeros cuando en la época se pensaba que no se podía hablar de una "mente animal". También descubrió que su dieta no era ni mucho menos exclusivamente vegetariana observándolos comer termitas y también colobos rojos, y además cambió la metodología habitual dando nombre a los individuos que observaba y no citándolos exclusivamente con un número.

Allí la primatóloga consiguió llegar a introducirse en sus poblaciones gracias a un macho llamado Goliath que fue el primero en aceptarla. Lo que no sabía es que unos años más tarde iba a ver cómo él moría también en este conflicto, cuyo relato costó mucho en ser aceptado por la ciencia por la crueldad inusitada de muchas de sus descripciones:

]Por muchos años pensé que los chimpancés eran, en su mayor parte, más agradables que los seres humanos. Más tarde descubrimos que los chimpancés pueden ser brutales... Que ellos, como nosotros, guardaban un lado oscuro en su naturaleza



l origen de esta guerra partió de un mismo grupo, los Kasakela, la comunidad de chimpancés que más había estudiado Goodall. Durante años fue una familia prolífica que permitió observar muchos de los afectos que nuestros parientes cercanos tienen entre ellos. Hasta que algo ocurrió. Leakey, el macho dominante, murió en 1970 y subió al poder el ya citado Humphrey. A partir de ahí, un grupo de machos entre los que se encontraba Goliath comenzaron a despegarse poco a poco de la que había sido su comunidad.

Goodall cuenta en su relato que durante algunos años, y a pesar de que se comenzó a establecer distancia, los más ancianos entre los que estaban Rodolf y el propio Goliath aún se encontraban de vez en cuando sin problemas. Pero eso duró poco. El paso de los meses confirmó que el grupo que se había escindido se había asentado en un valle más al sur. Había nacido la comunidad de los Kahama.

Antes del conflicto, los Kahama estaban compuesto además de por Goliath por otros cinco machos adultos (entre los que estaban los hermanos Hugh y Charlie además de un adolescente llamado Sniff) tres hembras adultas (la más jerárquica, Madamme Bee) y sus crías.

Enfrente, los Kasakela eran más numerosos, con doce hembras adultas y sus crías y ocho machos adultos (los más dominantes, además de Humphrey, Figan, Jomeo, Rodolf y Satán).


Canibalismo y ataques premeditados




La muerte de Godi fue solo el comienzo. Los Kasakela comenzaron poco a poco a intentar entrar en territorio de los Kahama, llegando a secuestrar a dos de sus hembras. Todos sus ataques, según la descripción de la investigadora, se basaban en la técnica de encontrar a los machos en solitario y acorralarlos para después golpearlos con brutalidad. Primero acabaron con uno de los hermanos, Hugh, y después llegó el turno de Goliath, el chimpancé que introdujo a Goodall en el grupo que lo iba a matar. Así lo describe en su libro:

Una de las estudiantes, Emilie, estuvo presente durante el ataque que condujo a la muerte de Goliath. Lo que más la sorprendió fue la terrorífica furia y hostilidad de los cinco agresores: Figan y Faben, Humphrey, Satan y Jomeo.

Definitivamente intentaban matarlo", nos dijo después. "Faben incluso giró su pierna una y otra vez, como si estuviera tratando de desmembrar un colobo adulto después de una cacería

Cuando terminó el asalto, Emilie siguió a los atacantes hacia el norte y grabó su salvaje excitación. Repetidamente tamborileaban en los troncos de los árboles, arrojaban piedras, arrastraban y arrojaban ramas. Y todo el tiempo gritaban, como triunfantes.

Goliath, al igual que las otras víctimas, había sido horriblemente herido. Consiguió sentarse, pero con dificultad, y mientras miraba a sus antiguos compañeros, temblaba violentamente. Acunó su muñeca con la otra mano como si estuviera rota, y su cuerpo estaba cubierto de heridas. Al día siguiente, todos salimos a buscarlo, pero él desapareció sin dejar rastro


La guerra tuvo un pequeño capítulo aparte cuando los Kasakela consiguieron adentrarse en territorio de sus enemigos y afianzarse en él. Llenos de júbilo, intentaron ampliar aún más sus dominios, pero allí se toparon con otro clan, los Kalande, un grupo de chimpancés mucho más numeroso que los echó para atrás de forma rápida. Goodall deseó durante mucho tiempo que Sniff fuera aceptado por este grupo y así la masacre no se consumara. Pero Sniff también fue apaleado. Su muerte puso fin a la guerra. Todos los machos Kahama habían muerto, se perdió el rastro a las hembras adultas que aún vivían, y solo las hembras adolescentes fueron adoptadas de nuevo en el grupo.

Aquellos cuatro años marcaron para siempre a Goodall, que llegó a tener pesadillas, especialmente con el hecho más escabroso de los que contempló: cómo dos hembras de los Kasakela devoraban a las crías indefensas de los Kahama.

Durante años luché por aceptar este nuevo descubrimiento. A menudo, me despertaba en medio de la noche y venían a mi mente terribles imágenes: Satan poniendo la mano debajo de la barbilla de Sniff para beber la sangre que manaba de una gran herida de su rostro; el anciano Rodolf, por lo general bondadoso, completamente erguido para lanzar una roca de dos kilos sobre el cuerpo postrado de Godi; Jomeo arrancando a tiras la piel del muslo de Dé; Figan golpeando una y otra vez el cuerpo tembloroso y malherido de Goliath, uno de sus ídolos de la infancia. Y, tal vez lo peor de todo, Passion atiborrándose con la carne del hijo de Gilka, con la boca manchada de sangre como un grotesco vampiro de las leyendas infantiles



Un estudio reciente confirma las causas que dieron origen a la guerra




Tras sus primeras descripciones, muchos investigadores tildaron a Goodall de exagerar los hechos o verlos desde una visión demasiado antropocentrista. Algunos incluso la acusaron de iniciar el conflicto por sus hábitos de dar bananas y otros alimentos a los chimpancés.

Sin embargo, dos investigaciones posteriores y otros episodios descritos más adelante de canibalismo entre primates no-humanos han acabado por darle la razón. El antropólogo de la Universidad de Duke Joseph Feldblum firma ambos. El primero, de 2014, consistió en introducir en un ordenador todos los apuntes de Goodall y trazar en qué momento y cómo se registraban los acercamientos y distanciamientos entre los machos del grupo. Esto ya dató la primera separación tres años antes del inicio del conflicto.

El segundo, publicado el 22 de marzo de 2018, ahonda en las razones, y saca como conclusión que la muerte del macho alfa primigenio, Leakey, originó una lucha por ser el dominante entre Humphrey y los hermanos Hugh y Charlie, especialmente después de que en el grupo se diera una descompensación entre machos y hembras que hizo que cada vez fuera más complicado aparearse.

El estudio además concluye que los grupos se formaron en función de afinidades. Unos datos, que aunque crueles, nos confirman hasta qué punto los chimpancés se parecen de forma bella pero también trágica a los humanos: hasta el punto de llegar a matarse de forma organizada por rencillas y por mantener el poder.