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Una investigación con aves demuestra que, al contrario de lo que se creía, la conducta promiscua disminuye las posibilidades de que surjan nuevas especies.

Como ya estableció Charles Darwin con su teoría de la evolución, las nuevas especies de seres vivos nacen cuando el mecanismo de la selección natural favorece los rasgos de ciertos individuos, transmitidos genéticamente a su descendencia. En este fenómeno, conocido como especiación, desempeña un rol fundamental el aislamiento geográfico y la adaptación al entorno.



Aunque parece ser que uno de los factores que también entran en juego es la mayor o menor promiscuidad entre los miembros de las especies, como ha puesto de relieve una nueva investigación dirigida por el Centro para la Evolución de la Universidad de Bath, en Inglaterra.
Tras analizar la estructura genética de varias poblaciones de aves limícolas a lo largo del tiempo, los científicos observaron que las más promiscuas (es decir, las que procreaban con más de un compañero durante una temporada), presentaban una diversidad en su ADN menor que las aves con costumbres monógamas. Y esto es una sorpresa, porque contradice por completo la hipótesis más extendida, según la cual las especies con menos “monotonía” sexual adquieren mayor variabilidad genética –se mezclan más– y, por lo tanto, multiplican sus posibilidades de diversificarse.






link: https://www.youtube.com/watch?v=c1QNbR1A1ME