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Acaba de casarse después de pasar toda su vida creyendo que nadie podría enamorarse de ella, y esto es lo que les dijo a sus invitados: “hay un final feliz”.


Con 25 años, Cody Hall parece una chica como otra cualquiera, pero esta joven ha dejado atrás un pasado repleto de médicos y cirugías que empezaron cuando solo tenía 1 año.


Cody nació con un enorme hemangioma en el lado izquierdo de su cara, algo que su familia creyó que la condicionaría de por vida.





Y así fue en parte, pues el tratamiento que ha recibido la joven ha sido largo y costoso. Nada más y nada menos que 18 operaciones son a las que se ha sometido para intentar dejar atrás la incomprensión y los comentarios crueles que sufrió durante su infancia y adolescencia.





Su perseverancia, paciencia y autoconfianza se vieron puestas a prueba durante muchos años, y fue hace 8 cuando conoció a su actual marido. “Fue un día muy emocionante, lloré cuando vi a Lewis en el altar, pero fueron lágrimas de alegría”, relata recordando el día de su boda.


Al hablar de su adolescencia no puede evitar emocionarse: “Cuando empecé el instituto todo el mundo me preguntaba y algunas personas se paraban en la calle a mirarme. Toda esa atención me hizo pasarlo muy mal”.





Son muchos los niños y adolescentes que crecen siendo diferentes por unos u otros motivos, todos importantes -en especial para ellos-. Por eso el mensaje de Cody es tan poderoso. Ella se enfrentó a un problema que por suerte tenía solución, pero que costó una fortuna a su familia y la sometió a un largo proceso cargado de sufrimiento físico y mental.





Pese a todo, la paciencia y la fuerza de voluntad se vieron recompensadas con lo que ella más anhelaba: la posibilidad de tener una vida normal, sin miradas curiosas, junto a la persona a la que quiere.


Y ese es el mensaje: los “finales” felices son posibles. A veces, solo hay que esperar y perseverar para verlos llegar.