Te damos la bienvenida a la comunidad de T!Estás a un paso de acceder al mejor contenido, creado por personas como vos.

O iniciá sesión con
¿No tenés una cuenta?
Mis aullidos se escuchan resonando en la negrura infinita de la noche como el susurro de miles de almas que vagan en pena, mientras mis manos cubiertas del pecado se vuelven garras afiladas y mi piel se torna en un pelaje gris. La luna llena anunciaba esta metamorfosis, casi como si lo cantara a las estrellas. El lugar se estremecía y el viento dejaba de soplar.
Siento como mis sentidos se agudizan y pasan a ser parte de mi esencia, mi vista, mi olfato, mi mente, esta todo interconectado por el mismo factor inverosímil que me hizo lo que soy hoy, en lo que me convierto cada noche de luna.
Cual Mr. Hyde salgo cubierto en la fina capa de bruma londinense para buscar una presa, no puedo pelear contra mis instintos, y estos, para la desgracia del mundo, están hambrientos de sangre. Corro en la noche, sin rumbo, de un lugar a otro, de tejado en tejado, hasta que la veo.
Parecía perfecta, casi divina podría señalar en cualquier caso. Su tez clara iluminaba toda la manzana y su sonrisa podía convertir al peor marinero de todo el puerto en un Sir Lancelot. Vi como se pavoneaba entre las calles, solamente disfrutando de la noche, pero, por desgracia para ella, yo estaba sobre una de las casas por las cuales pasaría.
En ese momento sentí como mi mente primitiva se apoderaba de mi cuerpo y hacia mi conciencia a un lado. Espetando un rugido salte, no sobre ella, sino sobre donde ella iba a estar, previendo sus movimientos a través de esa angosta calle.
Sentí su cuello dilatarse en mi hocico mientras ella gritaba de dolor y miedo, cerré fuertemente mi mandíbula y en menos de un segundo, ese grito despavorido se convirtió en un silencio sepulcral. Podía sentir la sangre desbordándose por mi boca y el olor a cadáver que tanto me gustaba. Devore cada parte de ella, sin remordimiento alguno y con mi mente tomada por el hambre.
Luego de cenar me sacudí los últimos restos de comida que me quedaron encima, su cuerpo había casi desaparecido, y lo único que quedaba de ella eran sus viseras e intestinos. Y así, cual animal que se llena el estomago y decide irse, me levante del suelo para encaminarme hacia mi hogar... Pero había algo... algo mas... un olor peculiar que ya había olido antes...
No pude resistirme mas a mis instintos y corrí hacia ella. Ya no cazaba para comer, ahora era un simple y mundano placer.