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Si cada persona es un mundo, su alimentación no iba a ser menos. Y es que hace tiempo que descubrimos que la maravillosa receta mágica que le servía a nuestra mejor amiga para recuperar su talla de pantalón no tenía el mismo efecto sobre nosotras. Pero te adelanto, si va precedido de la palabra dieta, no te hagas ilusiones. Lo más seguro es que no funcione. Sin embargo, como en todo, hay excepciones, y la dieta metabólica puede ser una de ellas.

"El éxito de la alimentación según el tipo metabólico reside en que tiene en cuenta la necesidad de adaptar la dieta a cada individuo, pues la individualidad es una constante en todas las partes del cuerpo. Así, un alimento para una persona puede ser un veneno en otra", asegura la doctora y experta en nutrición Isabel Belaustegui Trías. Y al tratarse de una forma de comer unida a nuestras características, y no de prohibiciones arbitrarias de alimentos o calorías, deja de ser un proceso temporal (causa de casi todos los fracasos).

Es decir, que si quieres alcanzar tu peso ideal debes, primero, conocerte a ti misma y entender tu metabolismo. Y después alimentarte conforme a eso. ¡No al revés! "La herencia genética, el origen racial, las condiciones ambientales, el estrés, la actividad física… Todos estos factores tienen un papel fundamental en las necesidades dietéticas particulares, y debemos tenerlos en cuenta", añade la experta. Pero para simplificarlo, Belaustegui distingue entre tres tipos metabólicos: el oxidante rápido, el lento y el mixto.

Si te encuentras en el primer grupo, seguramente seas una persona de buen comer. Con apetito y cajones llenos de 'snacks'. "En ellas el azúcar provoca una bajada de energía, nerviosismo o ansiedad, y si comen demasiados hidratos de carbono pueden sentir ansias de azúcar en un corto periodo de tiempo", explica la doctora. Por eso, necesitan alimentos que se quemen lentamente, como las grasas y las proteínas. ¿Lo ideal? Que estos dos tipos de alimentos formen el 70% de su alimentación, dejando el 30 restante para los hidratos de carbono. Además, aconseja reducir el consumo de alimentos ricos en almidón, como las harinas refinadas, la patata, el plátano o los zumos de frutas, pues se descomponen rápidamente en azúcar.

Pero si eres de las que tienen el metabolismo a pedales, con poco apetito e incluso con facilidad para el ayuno, significa que la velocidad de oxidación es lenta, y su equilibrio se basa en consumir alimentos más ligeros. "Estas personas deben evitar el consumo excesivo de proteínas o grasas porque lentifican aún más su metabolismo, con la consiguiente bajada de energía, aumento de peso y alteración emocional", advierte. Por eso, el porcentaje ideal de alimentos ricos en grasa y proteína es de 40 %, frente al 60 % de alimentos ricos en hidratos de carbono. En este grupo son muy recomendables los hidratos de carbono integrales, la fruta y cereales como la espelta. En tierra de nadie, las personas de tipo mixto se benefician de una mezcla equilibrada de los tres nutrientes.

CONOCE TU METABOLISMO Y CONTROLA TU PESO

Si lo que intentas es perder los kilos de más, y cambiar tu dieta, deberás dejar de comer a pesar de tu metabolismo, y empezar a alimentarte con aquello que tu cuerpo demanda a través de distintas señales: el aspecto de la piel, el estado de ánimo, las características de nuestra digestión, el apetito, el sueño, la complexión corporal... Anota todos los cambios en una libreta, y descubre cómo te sientan los alimentos que consumes diariamente. "Cuando no tenemos en cuenta nuestro tipo metabólico aumentan las ansias de azúcar, se altera el equilibrio hormonal, se produce una hipersecreción de insulina, alteraciones del estado de ánimo, y un amplio abanico de eventos que, en un efecto dominó, acaban en el desarrollo de la obesidad", asevera Belaustegui.